Pastor General de IEUPR se expresa ante la “indignación” que se vive en la isla

Rvdo. Edward Rivera

Redacción El Sol de Puerto Rico

27 de septiembre de 2022

El Rvdo. Edward Rivera-Santiago, Pastor General de la Iglesia Evangélica Unida de Puerto Rico (IEUPR), emitió una carta en relación a la situación por la que atraviesa el país, titulada “Indignación”. A continuación las expresiones autorizadas de Rivera-Santiago :

“La esperanza que se demora enferma el corazón, pero el deseo cumplido es árbol de vida.”
Proverbios 13:12-13 LBA

“Desde mi acompañamiento pastoral y el de nuestra iglesia, desde las mesas y los diálogos a pie he escuchado las voces de la indignación del pueblo. Tenemos que mirar el rostro de la indignación que nuestro pueblo expresa en este momento. Nos urge conocer más el rostro de la indignación de nuestra gente.

La indignación, sobre todo por una causa justa, requiere cierto nivel de sacrificio y de entrega. Se prolifera por ahí que el “cristiano todo lo soporta y lo aguanta”, solemos decir para ocultar y esquivar nuestra falta de compromiso y temor de confrontar a otros, en especial a las autoridades que intentan gobernarnos.

Por otro lado, siento que se nos ha enseñado más a asumir una actitud pasiva y neutral que a permitir que afloren nuestros sentimientos de disgusto y malestar. En este tiempo experimentamos un sentimiento de indignación. Como pueblo hay un alto sentimiento de frustración e impotencia. Indignación producto de la inefectividad del gobierno y la inercia gubernamental por lo lento de asistir a nuestra gente y proporcionar soluciones a la situación que estamos viviendo a raíz del huracán Fiona.

Lo que hacen con nuestro pueblo es un insulto, una ofensa, un desprecio a la vida misma. Se socava la integridad de nuestra gente, de nuestra gente vieja, de nuestra niñez, pero no solo se atenta a la salud emocional y espiritual, sino también a la integridad física de nuestra gente y país.

Estamos frente a un atropello de quienes tienen la responsabilidad de cuidar y servir al pueblo. Esto significa que se ha rebasado un límite, el límite de la dignidad humana, el límite del derecho a tener salud, el límite de vivir en paz. No entender la fragilidad en la que se encuentra nuestra gente y carecer de sentido común y de urgencia.

Lo que estamos viviendo ha afectado, ha lesionado la dignidad de nuestra gente. Esto ha ido más allá de lo humano. Esto tiene ribetes de desprecio, ofensa o menoscabo. Creo, no me equivoco cuando afirmo que nuestro pueblo está altamente ofendido y lastimado en lo más íntimo. Hay un sentimiento grande de enojo y frustración entre nuestra gente que escala límites muy preocupantes. Un sentimiento de resentimiento de irritabilidad. El gobierno tiene que entender esto y entender que los efectos físicos son nefatos para nuestra gente.

Le pregunto a las autoridades, ¿Cuál es el límite para continuar ignorando los gritos de desesperación de nuestro pueblo? Como sociedad no nos podemos seguir quedando de brazos cruzados, tenemos que levantar nuestra voz defendiendo nuestro justo derecho a vivir con dignidad en nuestra isla.

Gente, sólo pensar en lo que está pasando en nuestro país produce indignación; en este momento la gente no puede reprimir su indignación ante la evidente incompetencia que el gobierno ha demostrado.
Creo que será importante una convocatoria de líderes de todos .los sectores concernientes y afectados que propulse una gestión común ante la crisis. El evangelio de Mateo 21:12 nos dice: “Jesús entró en el templo y echó de allí a todos los que compraban y vendían. Volcó las mesas de los que cambiaban
dinero y los puestos de los que vendían palomas”.

Creo que tenemos que aprender de la indignación de Jesucristo cuando volcó las mesas en el templo. Cómo cristianos estamos llamados a mostrar ese tipo de indignación a la vez que denunciamos la
injusticia de lo que sufre el país. Para nosotros, el modelo a imitar es el de Jesús, que se incomoda por la injusticia, la desigualdad y todas aquellas manifestaciones del anti-reino que impiden que vivamos
en un país y en un mundo mejor. Pero tú, Señor, eres mi escudo protector, eres mi gloria, eres quien me reanima. Salmo 3:4

Paz y esperanza”

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