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San Juan, 29 de junio de 2022 – El tamaño promedio del cerebro del ser humano actual tras su proceso evolutivo es de 1,350 centímetros cúbicos. Eso, junto a otros factores de la evolución, nos ha llevado a ser los homo sapiens que somos hoy.
A partir de ese crecimiento cerebral y de la evolución del ser humano con el desarrollo de la civilización desde la era neolítica que surgió acompañadas por la agricultura y la ganadería -y se sabe que producto de ellas- se adviene al crecimiento demográfico, a las primeras ciudades, al contacto entre grupos, a los conocimientos compartidos y a la socialización del conocimiento conducente al progreso..
El progreso del conocimiento en los últimos cinco mil años ha hecho posible mejorar las técnicas de transmisión del conocimiento, una interacción mucho más extendida entre individuos y el trabajo en grupo, tanto como el factor más importante de todos ellos: el intercambio libre de ideas.
Lo que nos mantuvo atrasados en las primeras etapas evolutivas del homo sapiens y ya de la vida comunal con trazos de organización social fue la proclividad a la territorialidad y al aislamiento xenofóbico, el miedo a la otredad humana, que nos mantenía en constante combate con otros seres humanos a quienes veíamos como enemigos. En fin, el atraso de ser humano era producto del aislamiento.
Con el intercambio de idas fue posible la innovación, la creatividad y que las nuevas ideas emergen para ser compartidas. Se socializa el conocimiento.
Así florece el gran éxito de la civilización humana en el ámbito artístico, intelectual, científico, tecnológico y del conocimiento en general, lo cual ha sido el resultado del intercambio libre de ideas en lo que se puede denominar hoy como el gran cerebro colectivo de la humanidad.
Teniendo todo esto en cuenta, hay que catalogar como aberración todo extremismo xenofóbico, racista, ultranacionalista e incluso misógino y de las diversas fobias excluyentes de otros seres humanos por su alteridad y otredad sociológica, cultural y de orientación sexual.
