¿QUIEN DA SU VIDA?
Periódico El Sol de Puerto Rico / Por Alexandra Muñoz Pagan, ISFCJ 1
28 de marzo de 2024 – Nuestra sociedad está perdiendo el sentido del compromiso. Vivimos centrados en nuestros sueños y egocentrismos, como una idolatría ya impuesta por la televisión, las redes sociales, corrientes en universidades y escuelas, por psicólogos y líderes. Al parecer, todo lo que gira sobre nosotros mismos se convierte en un dios que hay que seguir y defender.
Se nos está perdiendo la valentía de quien tiene la capacidad, la decisión y el amor de posponer o dejar sus propios planes y proyectos por ser cauce, instrumento y camino para otros, para dejar una huella sabia, inteligente y fructífera en la sociedad.
Los que así se deciden a entregarse son tachados de tontos, de fanáticos, de perder el tiempo de su existencia. Simplemente, porque -como Jesucristo- optan por el amor y aportar sentido a la vida humana.
Preguntémosles a nuestros abuelos, a nuestros padres, a quienes aman y dan valor a algo más que a sí mismos: ¿Qué eres capaz de hacer para que otro sea feliz? Te sorprenderán las respuestas, si todavía no has adquirido la virtud de esta audacia.
El Triduo Pascual y la Pascua que comenzamos son el tiempo culmen de la Cuaresma, donde nos encaminamos al Misterio salvífico del Hombre-Dios, que entregó su vida por la causa de una Buena Noticia -poco conocida hasta entonces- y para redimir la realidad humana. Ese Hombre, quien también es Dios, se llama Jesucristo.
La figura de Jesucristo ha sido interpretada por variedad de personas y por infinidad de pensamientos, corrientes ideológicas, teológico-espirituales, filosóficas, políticas, sociales y psicológicas. Esto ha ocurrido hasta el punto de acertar o desenfocar al Jesús[1]Cristo reflejado en los Evangelios o -incluso- al que se nos ha referido a través de las fuentes históricas recibidas desde los primeros tiempos del cristianismo.
El Cristo, el Mesías, el Hijo del Hombre, el Señor Jesús y otros nombres le han sido adjudicados haciendo referencia a su misión en la tierra. Diferentes denominaciones cristianas y hasta sectas lo han visto como referencia a sus proyectos y filosofía de vida. ¿Pero, quien es verdaderamente Jesucristo?
Podríamos decir que fue Alguien que decidió entregar Su vida. Un Hombre humilde que no rehuyó despojarse de su Ser Dios, tomó la condición de esclavo del hombre y pasó por la tierra como uno de tantos, como tú y yo. Y, al actuar como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse a una muerte temida para los vivientes de su momento histórico: la muerte en la Cruz (Filipenses 2, 5-12). Y, precisamente por el valor de elegir, de decidir entregarse, fue glorificado por los siglos de los siglos.
Pienso que podría dejar aquí la redacción de este artículo. Estudiosos de la Cristología han visto en el texto de la Carta de Pablo a los filipenses una descripción acabada del verdadero Jesucristo. Él es el hombre nuevo quien, con su vida, nos enseña para Quien hemos sido creados: para ser semejantes a Dios y con sus mismos sentimientos y camino de vida.
En fin, para entregar esa misma vida que se nos regaló por el bien de la creación creada por el Padre. Precisamente, esa fue su misión entre nosotros: el compromiso de ofrecimiento por un Amor mayor. Y, ahora te pregunto a ti, que lees este artículo: Y, tú… ¿qué deseas entregar por amor? ¿Qué huella vas dejando en tu familia, iglesia y comunidad para ser instrumento de resurrección en la vida del mundo?
La autora es fundadora y creadora de contenido del proyecto de Evangelización y Catequesis Et In Corde Patris Publications y moderadora del programa en línea “Directo al Corazón”. Es consagrada en la Iglesia Católica en el Instituto Secular “Heart of Jesús” de la Familia Cor Unum en Estados Unidos.