Espacio Reflexivo: Cuando la emoción nos ciega
Por Yasinia Rodríguez Sepúlveda / El Sol de PR
Los seres humanos tenemos una necesidad natural de creer en algo. Es como si siempre buscáramos algo o alguien que nos proporcione un sentido de satisfacción y plenitud. Algunos se refugian en un político, una ideología, un artista o incluso cosas materiales. Pero, ojo, cuando esa necesidad se sale de control, puede llevarnos a un sentimiento desmedido y muy peligroso, el fanatismo. Este fenómeno extremista es como una venda que no nos dejan ver más allá de nuestras ideas. Nos hace defender a capa y espada lo que creemos, incluso en un tono que nos hace ofender a los que nos rodean.
No está mal admirar a alguien o apasionarse por algo, pero hay que mantener el equilibrio. La línea entre ser apasionado y ser obsesivo es muy delgada. La obsesión nos encierra en un mundo pequeño, mientras que el equilibrio nos da libertad para disfrutar sin perder de vista lo que realmente importa. La clave está en ser sabios y conscientes para admirar sin caer en la obsesión, creer con perspectiva y vivir en armonía, disfrutando de lo que nos inspira sin lastimar, perder nuestra esencia o caer en la trampa de la idolatrar.