¿Cuán creibles son los partidos políticos? Sugieren creación de movimiento anti-partidos

Por Agustin Muñoz

El Sol de Puerto Rico

 

En los pasados comicios de 2016 la participación alcanzó casi 1.6 millón de votantes, cifra menor en casi 300 mil votos en comparación con la elección de 2012. La variante entre las dos pasadas votaciones fue el respaldo masivo que en 2016 obtuvieron los aspirantes independientes Alexandra Lúgaro y el comerciante Manuel Cidre, quienes fueron favorecidos con 175,831 y 90,494 sufragios, respectivamente. Ambos números fueron superiores a los 33,729 votos que logró el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), de acuerdo con el archivo de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE).

 

Las estadísticas de la CEE mostraban que el registro electoral de 2016 era de 2,867,558 electores hábiles para votar el día 8 de noviembre de ese año, mientras que para las elecciones generales de 2012 los inscritos alcanzaban unos 2,402,943 electores. La diferencia de inscritos favoreció al 2016 con 464,615 electores más que los que aparecieron en las listas para las elecciones generales de 2012.

 

Sin embargo, en 2016 el candidato Ricardo Rosselló Nevares (PNP) logró 660,510 (41.8%), mientras David Bernier (PPD) obtuvo 614,190 (38.9%), números por debajo de los conseguidos por Alejandro García Padilla (PPD – 896,060 o 47.7%) y Luis Fortuño (PNP – 884,775 o 47.1%) cuatro años antes.

 

Para el abogado Gamalier Pagán Marín, las tendencias electorales en los pasados años apuntan al supuesto descontento de los electores pensantes con los partidos políticos y sus propuestas al pueblo. El abogado peñolano, pero residente en Juana Díaz, no duda que pronto los puertorriqueños tengan a un gobernador no respaldado por estructuras partidistas.

 

“Ya ninguno de los dos partidos políticos (PNP y PPD) tiene razón de ser. Son los únicos responsables de habernos traído donde estamos. Creo, que en este país se impone la necesidad de crear un movimiento partiendo de la realidad objetiva de los resultados de 2016. Rosselló gana con 640 mil votos, una cantidad mínima (y) Cidre y Lúgaro sacan 272 mil votos, que cuando tu comparas eso es más de una tercera parte. Entonces cuando comparas, Ricky (Rosselló) tiene una estructura y tiene millones, mientras los últimos dos no tienen estructura ni chavos”, observó Pagán Marín para justificar la creación de un movimiento antipartidista.

 

Propuso que ese “movimiento de convergencia” debe ser uno sin alianzas ideológicas, pero con estructuras similares a la de los partidos tradicionales, pero motivados por el consenso de ayudar y levantar al país. Agregó, según su visión, que una vez logrado el poder acudir ante el Congreso cobijados bajo la bandera del consenso. “Decirle al Congreso que no venimos a exigir nada, sino decirles qué nos van a dar. Tú no puedes exigirle nada al que tiene la potestad de dar, que nos den lo que les dé la gana”, argumentó quien una vez fue aspirante a la Cámara de Representantes por el PPD.

 

Insistió en que “¿la misma gente nos va a sacar del problema al que nos trajo?, eso es absurdo”.

 

Roberto Gándara Sánchez ha escrito en la Enciclopedia de Puerto Rico que en la isla “por ejemplo, los partidos ejercen sus funciones bajo principios clientelistas, personalistas y autoritarios”. “ Durante el periodo eleccionario se dedican a ofrecer a los votantes un menú de ofertas y promesas, lo cual no significa que se cumplan cabalmente en caso de obtener la mayoría de los votos. Hay un entendido general al efecto de que el partido que gane las elecciones tiene la potestad de revisar su programa de campaña y la autoridad para implantar políticas públicas que su liderato estime convenientes, independientemente de sus posturas anteriores”, escribe.

 

Añade que “hay dos características asociadas al clientelismo partidista: primero, la de otorgar puestos de trabajo en el gobierno como pago por el apoyo personal y por las tareas realizadas para el partido. Esto aplica tanto a posiciones de jerarquía como a los niveles intermedios y de base”.  Dice que “la segunda práctica clientelista consiste en otorgar contratos de gobierno a empresarios y corporaciones que contribuyen a recaudar fondos o que donan cantidades considerables de dinero durante las campañas. A estos se les conoce, en el argot popular, como inversionistas políticos. Para ellos, el triunfo electoral es sinónimo de botín político; es decir, de bonanza económica personal. Esta práctica está tan arraigada en el mundo corporativo, que muchas empresas, para garantizar el apoyo gubernamental durante el cuatrienio subsiguiente, contribuyen por igual a ambos partidos principales”.

 

Gándara Sánchez opina que “la otra cara de los partidos es el personalismo, una característica que está profundamente arraigada en la tradición autoritaria de la cultura política puertorriqueña”. “La personalización del líder (su culto) ejerce un gran peso sobre el funcionamiento de los partidos en Puerto Rico y en algunos casos raya en el caudillismo. Esta situación ha provocado, con frecuencia, luchas intestinas dentro de los partidos, que se dan cuando hay líderes (cada cual con su grupo de seguidores) que se disputan el control interno del partido o cuando aparecen nuevos líderes que quieren descollar”, dice al mencionar como ejemplos las disputas entre Rosselló y Fortuño y los seguidores de Aníbal Acevedo Vilá y Rafael Hernández Colón y más recientemente las controversias entre Thomas Rivera Schatz y Rosselló, hijo.

 

Para el estudioso, en la actualidad, los electores puertorriqueños han dado muestra de su descontento con los partidos y señalan, en diferentes encuestas, que las causas de esta desafección son la superficialidad, la demagogia, la corrupción y el autoritarismo. A pesar de esta actitud tendenciosa, nuevos partidos no parecen tener muchas oportunidades de subsistir, por lo que no suelen sobrevivir pasadas las elecciones para las que fueron inscritos (igualmente sucede con los candidatos independientes).

 

 

                       

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