Urgente para Puerto Rico revisar modelo energético

Inter News Service / Por Rafael Santiago Medina

San Juan, 29 de septiembre de 2022 Ur- Puerto Rico no ha tenido la capacidad de evitar que se haya repetido el escenario de hace cinco años con el huracán María, de categoría 5.

Un lustro después se reitera lo acontecido tras María, con la tormenta tropical Fiona, que a su paso por el sureste de Puerto Rico, a pocas millas de sus costas, se convirtió en huracán categoría 1, cuando rozaba y entraba al territorio puertorriqueño por el extremo suroeste y oeste.

En ese momento Puerto Rico ya se hallaba a oscuras porque, después del mediodía del domingo 18 de septiembre, el sistema eléctrico en control del consorcio privatizador canadiense-estadounidense LUMA Energy colapso para sorpresa general.

Dista mucho la situación energética de fragilidad y vulnerabilidad del sistema eléctrico de Puerto Rico del caso ejemplar de Singapur, que con poco más de 700 kilómetros cuadrados de extensión territorial, que alberga a sus cerca de seis millones de habitantes, se encuentra en pleno proceso de transformación de su sistema de electrificación, en manos del gobierno, en su apuesta decidida por la sostenibilidad.

Singapur disfruta de una ubicación privilegiada en pleno corazón de una de las regiones más pujantes del mundo y ha sabido convertirse en un centro de referencia internacional en comercio, tecnología y finanzas.

No obstante, carece de recursos naturales y tiene una gran dependencia de las cadenas de suministro internacionales para suplir su demanda energética.

A la necesidad de diversificar las fuentes de energía y fortalecer los recursos propios, se une el sólido compromiso por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para combatir el cambio climático. La descarbonización se ha convertido así en un objetivo prioritario.

De hecho, Singapur se convirtió en 2019 en el primer país de la región en poner precio a las emisiones de carbono a través de un impuesto específico, que cubre cerca del 80 por ciento y grava con cinco dólares cada tonelada, aunque aumentará gradualmente a partir de 2023, hasta alcanzar los 15 dólares.

Las autoridades de Singapur aspiran a reducir a la mitad sus emisiones de CO2 para 2050, situándolas en 33 millones de toneladas, a través de una amplia estrategia transversal que afecta a prácticamente todos los sectores e impulsa además decididamente la eficiencia energética.

Su estrategia está definida por la Autoridad del Mercado de la Energía (EMA, siglas en inglés) y se articula para el sector eléctrico cuatro estrategias clave: el gas natural, la energía solar, las redes eléctricas regionales y las nuevas alternativas bajas en carbono.

El gobierno de Indonesia, de donde Singapur importa el 55 por ciento del gas que utiliza para la generación del 95 por ciento de la electricidad que consume, quiere destinar esos recursos energéticos al mercado doméstico indonesio, por lo que ya ha anunciado que sus exportaciones a Singapur cesarán tras la conclusión en 2023 del acuerdo firmado entre ambos países.

Debido a ello, Singapur ha acelerado la adopción de suministros alternativos y ha hecho una apuesta como país por la energía solar. Al tratarse de una isla cercana a la línea del Ecuador, las temperaturas son estables y la falta de viento es habitual. Además, Singapur cuenta con una irradiancia solar anual promedio de 1,580 kWh por metro cuadrado al año, lo que representa aproximadamente un 50% más de radiación solar que los países templados.

La EMA ha realizado varias mejoras en el mercado para facilitar que los agentes del sector puedan vender el exceso de electricidad en la red y racionalizar los procesos existentes, como la realizadas a través de la iniciativa ECIS y el perfil de generación solar.

El objetivo gubernamental es elevar la capacidad actual, que rozaba a mediados de este año los 400 megavatios pico, hasta los 1.5 gigavatios pico en 2025 y los dos gigavatios pico para 2030, lo que serviría para suministrar energía a unos 350 mil hogares al año.

No obstante, existen dos limitaciones principales para su desarrollo a gran escala. Por un lado, la falta de espacio y la elevada densidad demográfica dificultan la creación de granjas solares, por lo que la inventiva es fundamental y se ha recurrido a la instalación de parques solares flotantes y de paneles integrados, incluso verticales, en edificios públicos (impulsada por el programa SolarNova), viviendas y reservas de agua dulce.

Y cualquier sistema con una presencia significativa de esta fuente renovable debe gestionar la intermitencia de manera adecuada, para no comprometer la estabilidad de la red. En este sentido, el gobierno está impulsando la I+D para la búsqueda de soluciones, incluyendo la mejora de la eficiencia y de las capacidades de almacenamiento de la energía solar fotovoltaica.

Quizá el proyecto más llamativo en el ámbito de la energía correspondiente a la conexión del país a la red eléctrica regional, es el Sun Cable, infraestructura energética con un presupuesto superior a los 13 mil millones de dólares, que incluye la granja solar más grande del mundo, con más de 12 mil hectáreas de paneles solares en Darwin (Australia) y una capacidad de suministro anunciada de 10 gigavatios, más un sistema de transmisión de corriente continua de alto voltaje de 4,500 kilómetros para conectar el Territorio del Norte australiano con Singapur e Indonesia.

Una vez esté concluido, en 2027, el que podría ser el primero de muchos “grandes cables solares internacionales” serviría para satisfacer hasta el 20 por ciento de la demanda eléctrica de Singapur.

Singapur no se ha jugado todas sus opciones a una baza y ha intensificado también el desarrollo del comercio eléctrico multilateral en la región para acceder a esta energía con costes competitivos y cumplir con sus compromisos climáticos.

Con esos objetivos nacen acuerdos como el Proyecto de Integración Energética de Laos, Tailandia, Malasia y Singapur o el recientemente alcanzado con las autoridades malasias para adquirir allí 100 megavatios durante dos años, que servirá como prueba para futuras importaciones de energía renovable desde otros países y abrirá nuevas oportunidades de negocio a los desarrolladores de proyectos en los mercados vecinos.

Por último, el cuarto pilar de la estrategia energética de Singapur es la utilización de tecnologías emergentes alternativas bajas en carbono, como son el hidrógeno “verde”, los sistemas de almacenamiento de energía y la captura de carbono.

El ministro de Comercio e Industria, Chan Chun Sing, anunció además durante la inauguración de la Singapore International Energy Week celebrada a finales de octubre de 2020, el lanzamiento de la nueva estrategia Bright Green Spark. Esta refuerza la idea de que la energía es el principal desafío para el país en los próximos 50 años, al igual que el agua lo fue en las últimas cinco décadas, y que “no será suficiente tener fuentes sostenibles, sino consumir y gestionar la energía de forma sostenible también”. Por ello, sus tres ejes son: vivir verde, generar verde y tener una estructura de mercado verde.

A diferencia de lo que sucede en Singapur, en Puerto Rico se suma a toda su vulnerabilidad en el área energética, las disposiciones federales de cabotaje bajo la Ley Jones.

Las normas federales de cabotaje exigen el uso de barcos de matrícula, propiedad, bandera y tripulación estadounidenses, un 75 por ciento, entre puertos de los estados y los territorios de Estados Unidos, con excepción de las Islas Vírgenes, Samoa y las Islas Marianas del Norte, en las que no se incluyó a Puerto Rico.

Tardó varios días resolver la disputa con el tanquero de la República de las Islas Marshall, que se tuvo que mantener en aguas internacionales al sur de Puerto Rico con 300 mil barriles de diésel, combustible que escasea en este país tras el paso del huracán Fiona por alimentar generadores eléctricos de emergencia en sectores estratégicos ante la crisis de electrificación.

El tanquero, contratado por la British Petroleum, en Texas, venía a Puerto Rico, con destino a Peerless Oil & Chemical, en Peñuelas. Hasta que, por fin, se otorgó una dispensa federal temporera a la imposición de las disposiciones de cabotaje de la Ley Jones para permitir la entrada del tanquero con diésel a Puerto Rico.

Puerto Rico ha quedado rezagado en el área energética y su gobierno, con visión cortoplacista, carece de un proyecto de país urgente para la reconstrucción y modernización de su sistema de electrificación nacional.

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