Triunfa la desconfianza camino a una elección general

Una exhortación al despojo del fanatismo partidista

Por Agustín Muñoz/El Sol de Puerto Rico

Cuando buscamos el significado de la palabra confianza encontramos que es la “esperanza firme que se tiene de alguien o algo” lo que nos lleva a un “pacto o convenio hecho oculta y reservadamente entre dos o más personas, particularmente si son tratantes o del comercio”. Eso nos dice la Real Academia Española (RAE). 

Ese mismo organismo nos dice que el abuso de esa confianza consiste “en engañar o perjudicar a alguien que, por inexperiencia, afecto o descuido, le ha dado crédito”. Asimismo, nos define la desconfianza con tres palabras: falta de confianza.

El sistema electoral en Puerto Rico está gobernado por la desconfianza. Esa suspicacia ha presidido el esfuerzo para que ese sistema funcione trasparente, “en confianza”. 

La Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico dispone que “el poder político emana del pueblo y se ejercerá con arreglo a su voluntad”. Igualmente, el documento constitucional subraya que “las leyes garantizarán la expresión de la voluntad del pueblo mediante el sufragio universal, igual, directo y secreto, y protegerán al ciudadano contra toda coacción en el ejercicio de la prerrogativa electoral”.

Las defectuosas primarias de los dos principales partidos políticos de la isla, de la mano de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), enlodaron el espíritu del documento constitucional. Alguien caprichosamente trastocó ese derecho en un evento en el que, afortunadamente, no estuvo en juego la elección final de todos los puestos electivos. 

Fuimos (pasado) ejemplo de comportamiento electoral limpio. Ya no. La desconfianza ahora nos gobierna desde la CEE. La “renovada” ley electoral quitó el que se velaran unos a otros dentro de la Comisión. Convirtió al presidente del organismo en el todopoderoso; el que decide prácticamente todo. Dice la ley que “las Oficinas Administrativas estarán dirigidas por funcionarios de la confianza del presidente. El director de cada Oficina Administrativa será nombrado por la confianza del presidente de la Comisión”.  Por ahí nos caímos. El joven e inexperto gobernante que fue destituido en el “Verano del 2019” nos dejó a otro joven incapaz al frente de la operación de una de las instituciones más importantes del país.

La esperanza firme que se tenía en la CEE colapsó. El resultado de las primarias quedará manchado y nuestra expectativa de una elección general fuera de toda duda, se esfumó.

No obstante, el soberano (usted y yo) deberíamos actuar. Dejar a un lado el apego a los colores, las insignias, los galanes, las faldas y el fanatismo y concentrarnos en que nuestra PATRIA (con letra mayúscula) necesita mucho más que eso. 

Que el resultado de la suma de las primarias y las próximas “secundarias” sea sacar a los que han abusado de nuestra confianza cuando les prestamos el voto en el pasado. Sacar de sus escaños a quienes se han aprovechado del voto para su propio beneficio. Sacar de sus asientos a quienes prefirieron el poder y el protagonismo por encima del servicio a quienes le eligieron. 

Aún tenemos tiempo para la renovación. Hagámoslo. Hay opciones, muchas y buenas.

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