Las interrogantes persisten a 20 años del ataque a las Torres Gemelas y el Pentágono

De Inter News Service

Por Rafael Santiago Medina

San Juan, PR / 9 de septiembre de 2021- ¿Qué fue lo que realmente sucedió el 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas (World Trade Center) de Nueva York y en el Pentágono en Washington? ¿Cuán cierto es que se trató de ataques premeditados del grupo terrorista Al Qaeda, dirigidos por Osama bin Laden? Es el propio Negociado Federal de Investigaciones (FBI) el que esclarece, sin quererlo, la incógnita.

Extrañamente, en la página web del FBI se atribuye a Osama bin Laden varios atentados terroristas, pero hasta 2006, no los de las Torres Gemelas de Nueva York. El periodista Ed Haas, editor de Muckraker Report, se comunicó el 5 de junio de 2006 con el cuartel general del FBI para cuestionar el asunto.

Rex Tomb, jefe de publicidad investigativa del FBI, ofreció la siguiente respuesta: “La razón de por qué las Torres Gemelas no son mencionadas en la página de la agencia sobre Osama bin Laden como el más buscado es porque el FBI no tiene evidencia contundente de su conexión con el 11 de septiembre”.

¿Quiénes fueron, entonces, los responsables de ese ataque? ¿Cuán necesario fue para Washington crear en aquel entonces un nuevo orden bajo un estado de derecho priorizado por el orden nacional e internacional?

La versión oficial es que cuatro aviones comerciales de pasajeros fueron secuestrados y desviados de sus rutas. Al cabo de un par de horas, dos aviones se estrellaron contra las enormes torres de acero del World Trade Center (WTC), incendiándolas y posteriormente derribándolas, debido a que el fuego fue tan intenso que provocó el colapso de su entramado de acero.

Se dijo que un tercer avión se estrelló contra el Pentágono, aunque las investigaciones extraoficiales atribuyen el ataque a un misil disparado por el propio Estados Unidos, debido al tipo de orificio que produjo en una de las paredes fortificadas y a que nunca se mostraron restos del avión o de los cadáveres de los pasajeros que supuestamente iban en él.

El cuarto de los aviones secuestrados fue derribado por aviones cazas de la Fuerza Aérea mientras supuestamente se dirigían al Congreso de Estados Unidos, su presunto objetivo.

El primer cuestionamiento de la versión oficial de lo que ocurrió en el WTC tiene que ver con la fusión por calor de sus armazones de acero, puesto que el acero únicamente se derrite al alcanzar temperaturas de 2,750 grados Fahrenheit.

Esto es sólo posible en hornos industriales. Un fuego de hidrocarburos en ambiente externo únicamente llega a alcanzar unos 1,200 grados Fahrenheit, caracterizado por llamas rojas o anaranjadas.

Las fotos y vídeos tomados ese día del supuesto ataque terrorista muestran una gran humareda negra, lo cual es demostrativo de que no hubo suficiente combustión para alcanzar altas temperaturas.

Si las altas temperaturas fueron la causa del desplome de las torres, ¿por qué la Torre Sur fue la primera en caer, si fue la segunda en ser atacada?

Ambas torres de 110 pisos se desplomaron en aproximadamente 10 segundos, sin resistencia de los pisos de abajo que estaban todavía intactos. Se desplomaron a la misma velocidad de un objeto pesado que hubiese sido lanzado desde la azotea en caída libre.

Unas 47 columnas de acero del endoesqueleto y 236 columnas y pilares de acero exteriores del exoesqueleto se hicieron polvo en apenas 10 segundos, junto al mobiliario que había en el interior.

Polvo y cenizas con rastros de columnas de acero fue lo que quedó entre los escombros acumulados con entera precisión en el enorme hueco de los cimientos de ambas torres y del edificio 7 del WTC.

Un colapso de torta como debió haber sido el desplome de las torres resultante del debilitamiento de las vigas y pernos de la estructura de acero, hubiera dejado una montaña de escombros de unos pisos sobre otros y su caída hubiese durado 96 segundos, y no 10, como ocurrió.

Ocho semanas después del desplome, los escombros de las torres y del Edificio 7 del WTC seguían ardiendo a altas temperaturas.

John Scott, un detective de Nueva York que trabajó examinando los escombros, no descubrió restos de mobiliario ni de instalaciones eléctricas de los edificios. Ni siquiera un “mouse” de una computadora. Además de algunos residuos del entramado de acero, los detritos que pudo examinar consistían en pequeñísimas partículas de polvo.

Mientras trabajaba, un día llegó un grupo de trabajadores del FBI para examinar el área vistiendo escafandras de aislamiento de contaminación exterior. A él sólo le habían provisto mascarillas para taparse la boca y la nariz.

Tiempo más tarde, Scott contrajo un tipo de leucemia (leucemia myelogenosa en su forma terminal) asociada a la exposición a radioactividad.

La mejor explicación de por qué los enormes rascacielos del WTC se conviertieron en polvo en apenas 10 segundos la brinda el ruso Dimtri Khalezov, exintegrante del servicio de inteligencia nuclear de la antigua Unión Soviética y especialista en demoliciones con material nuclear.

Khalezov comienza llamando la atención al hecho de las razones por las que se denominó el área de devastación del WTC como “zona zero”. Ese concepto lo define el diccionario de la “Webster’s Encyclopedic Unabridged of English Dictionary of English Language”, edición de 1989, como el punto de la superficie de la tierra o del agua sobre el cual explota una bomba atómica o de hidrógeno.

Explica el físico nuclear que durante la Guerra Fría los gobiernos de Estados Unidos y de la extinta Unión Soviética intercambiaban información sobre el uso de energía nuclear para propósitos militares o pacíficos, en virtud de los tratados firmados por ambos países sobre la no proliferación de armas nucleares.

En ese contexto, Khalezov asegura que los soviéticos sabían que en ciertas ciudades de Estados Unidos, como Nueva York y Chicago, la construcción de grandes rascacielos tenía que incluir con los planos y estudios de construcción la metodología de la demolición de los edificios.

Mientras estuvo en servicio militar, Khalezov obtuvo conocimiento de que existía un denominado “esquema de demolición nuclear de emergencia” en el WTC en Nueva York.

Este “esquema de demolición de emergencia” consistía en enterrar a 77 metros bajo los cimientos del WTC y del edificio 7 una carga nuclear de potencia limitada para diluir la roca circundante y formar una cavidad en la que tendría que caer el edificio pulverizado.

Según Khalezov, la implosión nuclear controlada resulta menos costosa que la implosión tradicional para modernos rascacielos con un núcleo interior de acero, donde no existen estructuras de soporte propiamente dichas y la torre entera es en sí misma una estructura de soporte.

La idea generalizada de una explosión nuclear es la clásica nube en forma de hongo, radiación térmica, onda expansiva y pulso electromagnético. Pero, según explica Khalezov, en este caso la explosión se produce muy por debajo de la superficie, por lo que no produce el efecto visual de la nube en forma de hongo ni los demás efectos. Lo que se produce son, explica Khalezov, daños contaminantes, los cuales se consideran como un factor ponderable.

Más de 1,100 personas que estuvieron en aquellos momentos de la “zona cero” de las Torres Gemelas han muerto y siguen muriendo por haber inhalado el humo generado tras la caída de las torres y desarrollar cánceres de diversa tipología, fallas respiratorias o problemas gastrointestinales.

Dudas también han surgido con el ataque al Pentágono por razones técnicas del tipo de devastación ocasionada por el ataque y por la logística de movilización de los aviones cazas en el extraño operativo de defensa. 

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