“La mona, aunque se vista de seda, mona se queda”

Rafael Rosario Rivera

Periódico El Sol de Puerto Rico / Opinión

Por: Rafael Rosario Rivera, MA.h

8 de julio de 2022 – El PIP siempre me predicó que “la mona, aunque se vista de seda, mona se queda”. Por más nombre de Estado Libre Asociado o Commonwealth que le pusieran a Puerto Rico, por más que la ONU hubiera sacado al país de la lista de territorios sin descolonizar, por más poderes plenarios y no plenarios que se adjudicaran, el ELA es lo que es: un status político colonial. Porque “la mona, aunque se vista de seda, mona se queda.” Contradicción grave es cuando algunos de mis amados amigos de lucha no quieren usar el mismo razonamiento ni la misma contundencia cuando hay que definir al feto/hijo que está en el vientre de la mujer/madre. Se limitan a repetir como estribillo de mercadeo –y sin profundizar– que el asunto del aborto se trata de que “la mujer decida sobre su propio cuerpo”.

 La vida humana es lo que es y empieza cuando empieza, aunque se inventen tecnicismos semánticos y legales para “vestir de seda” al feto/hijo y tratar de convencernos de que no es una vida humana que ya inició su desarrollo. Solo toma unos minutos lectura para verificar las conclusiones científicas más recientes sobre la genética del feto/hijo: tiene un ADN distinto al de su madre, ADN único e irrepetible; ADN que ya tiene estipulado cómo serán los ojos, el pelo, la estatura, la voz, el color de piel, la identidad sexual natural, incluso hasta algunas de las enfermedades que padecerá esa persona. Por lo tanto, el cuerpo del feto/hijo no es –repito– NO es el cuerpo de la madre. El feto/hijo es otro, y los que conocen el concepto de la otredad conocen el derecho y respeto que se debe al otro por ser otro. No son las leyes las que deben definir cuando empieza a existir la vida humana. Es la ciencia la que debe definirlo.

Nuestra brújula moral o racional no puede estar calibrada solo para algunos temas. Las leyes son las que deben ajustarse a la naturaleza y a la evidencia científica; no al revés. Los derechos deben ser para proteger vidas, nunca para terminarlas. Son impresionantes las imágenes de un feto/hijo en el vientre cuando ya tiene 5 meses y medio. ¿No están dispuestos como partido de justicia social y de defensa de los más débiles a ni siquiera proteger por lo menos la vida humana de los que ya pueden ser viables fuera del vientre? ¿Acaso el feto/hijo es vida humana solo cuando es “maternidad deseada”, y deja de ser vida humana cuando es “maternidad no deseada”? ¿Acaso la autopercepción o el deseo superan la verdad científica para definir la identidad del ser? Si así fuera, el ELA no es colonia para quienes no lo autoperciban como tal.

“Es mi cuerpo y solo yo debo decidir sobre él”. ¿Deberíamos entonces reconocer como sociedad que la mujer y el varón tienen derecho a suicidarse? Para evitar suicidios tenemos Línea PAS, “No te quites” y otras iniciativas. Apoyo el tener sensibilidad y el no estigmatizar a las mujeres que han abortado. ¿Cómo podríamos culparlas si nuestros gobiernos, nuestras iglesias y nuestras instituciones sin fines de lucro no han desarrollado programas específicos para dar apoyo psicológico, médico y económico a las mujeres/madres que están pensando abortar porque tienen miedo, pobreza material, o sufren angustia por lo que creen que puede representar para ellas parir a ese hijo? ¿Cómo podríamos castigarlas si nadie les explicó –o no quisieron explicarle– la realidad científica de la vida humana que llevaban en su vientre? Estoy de acuerdo con que hay casos excepcionales como el de violación, incesto o riesgo de muerte de la madre que deben ser discutidos aparte. Pero una cosa es la sensibilidad, y otra es negar la realidad de lo que estamos descartando como sociedad al apoyar el aborto sin límites.

El ELA es colonia aunque lo llamen “estatus especial”; y el feto/hijo es una vida humana que ya inició su desarrollo, aunque lo llamen “amasijo de células”. Porque la mona, aunque se vista de seda, mona se queda.

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