Huracanes se ensañan contra industria cafetalera

Por Agustín Muñoz/ El Sol de PR

El paso de los huracanes por Puerto Rico ha sido devastador para uno de los renglones agrícolas más preciado por los habitantes de la isla: el café.
Que se recuerde, los ciclones más dañinos para el cafetal fueron San Ciriaco en 1899; San Felipe en 1928 y recientemente el huracán María. Un repaso a la historia también nos muestra que hubo otros huracanes que se ensañaron contra los cultivos como lo fueron San Liborio en 1926; San Nicolás en 1931; San Ciprián en 1932 y Georges en 1998.

Con la invasión estadounidense a la isla en 1898, las cosas estaban difíciles para los cafetaleros, que un año después sufrieron el azote de San Ciriaco. Ese fenómeno atmosférico trajo fuertes vientos, lluvias e inundaciones que dejaron alrededor 3 mil muertos y a miles de personas sin hogar. Los daños fueron multimillonarios siendo el cafetal el sector agrícola más afectado calculándose las pérdidas alrededor de 10 millones de dólares, según datos publicados de la época. Entre el 55 por ciento y el 60 por ciento de los cafetales quedaron destruidos en los 69 pueblos donde había cultivos y el 90 por ciento de la cosecha se perdió. Como consecuencia, los trabajadores y contratistas quedaron en el aire y el hambre se encargó de la zona montañosa productora del grano. Hubo que esperar hasta 5 años para que los nuevos cafetos comenzaran a producir. Como en la actualidad, las promesas de subsidios y otras ayudas del nuevo régimen no se materializaron y al sector financiero privado no le interesó invertir lo suficiente en el café.

Sin embargo, el tesón de los caficultores y otros factores lograron que los primeros años del siglo 20 fueran buenos para la industria local logrando mejorar la producción. Eso mejoró la exportación del producto a Europa y Cuba y, por ende, el precio.

Huracán San Felipe

En 1928 llegó el huracán San Felipe. Esa tormenta sumó la industria del cafetal en otra gran crisis. Esta vez, los agricultores enfrentaron serios problemas económicos que los llevó a la ruina. Muchos trabajadores se fueron del país ante la falta de empleo y dinero. Al mismo tiempo bajó dramáticamente la producción de café. Años después, se implantaron leyes, subsidios y estímulos económicos a nivel local y federal con el propósito de rehabilitar el sector del café. Hubo optimismo a pesar de las luchas intestinas dentro de la industria.

Huracán María
Previo a la llegada del huracán María, el café ocupaba el octavo lugar en la escala económica en la isla, superado por los renglones de la leche, los plátanos, la carne de aves, plantas ornamentales, el tomate, la producción de semillas, la carne de res y ternera. Generaba aproximadamente 20 mil empleos directos e indirectos. Con el azote del ciclón en septiembre de 2017 se destruyó el 96 por ciento de la cosecha. De 4,185 productores activos en 2017 apenas quedaron varias decenas pos María, según Edwin Soto, presidente del sector cafetalero de la Asociación de Agricultores de Puerto Rico.

El pesimismo de Soto es tal que augura que en 3 años Puerto Rico no tendrá suficiente producción local de café. La falta de mano de obra, los costos como secuela de las leyes federales y el siempre peligro de la temporada de huracanes hace del café una industria inestable. Se teme que los caficultores abandonen ese renglón en busca de cultivos más lucrativos y seguros.
Ante esa situación, la legislatura intenta lidiar con el problema. Recientemente, la Comisión de Agricultura y Recursos Naturales audiencias vistas públicas sobre la resolución conjunta del Senado 175 que ordena al Departamento de Agricultura un pago anualizado a cada agricultor que haya sufrido la pérdida de cosechas por los huracanes Irma y María.

El Secretario de Agricultura, Carlos Flores, discrepó de la medida al sostener que no establece de dónde saldrán los fondos para el pago a los caficultores. Cuestionó, asimismo, que la iniciativa legislativa no mira la recuperación de la industria. Incluso dijo que el senador Luis Berdiel, autor del proyecto, no le comunicó previo a la presentación de esta. El legislador novoprogresista argumentó que no tiene que consultar sus iniciativas a ningún miembro del Ejecutivo.

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