Parosmia, el trastorno olfativo entre recuperados de Covid-19 que también afecta a los niños

Parosmia

Inter News Service / Por Rafael Santiago Medina

San Juan, PR / 19 de enero de 2022 – Se creía que era un padecimiento post Covid-19 únicamente de los adultos, pero ahora se ha descubierto que una de las consecuencias desagradables de Covid-19, la parosmia, también ataca a los niños.

La parosmia se produce cuando los olores habituales repentinamente se vuelven desagradables, sin que en realidad lo sean. Si bien se reportaron muchos casos de esa distorsión olfativa asociada al coronavirus desde el inicio de la pandemia, se consideraba que el trastorno afectaba principalmente a los adultos.

Se consideraba que lo reportado por niños respondía más bien a un capricho infantil.

Sin embargo, científicos de la Universidad de Anglia Oriental (Reino Unido) y expertos de la entidad benéfica Fifth Sense, que ayuda a las personas con trastornos olfativos y del gusto, aseguran que hoy en día cada vez más niños se ven afectados por la parosmia.

Cuando un limón “huele” a repollo podrido o el chocolate “adquiere” el olor de la gasolina, la vida deja de ser la misma, y los menores son más susceptibles a ese tipo de cambios bruscos que enseguida se reflejan en sus hábitos alimenticios, haciendo imposible comer lo que antes les gustaba.

Carl Philpott, profesor de rinología de la Universidad de Anglia Oriental, señaló que tan solo en el Reino Unido unos 250 mil adultos han sufrido parosmia a causa de Covid-19, pero en los últimos meses, sobre todo a partir de septiembre, los médicos han empezado a darse cuenta de que la distorsión olfativa afecta también a los niños.

El consejo principal de los especialistas británicos para los padres es escuchar a los hijos y hacerles caso cuando se quejan. También podría ayudar hacer una lista de productos que provocan olores desagradables y saben mal, y los que no conllevan reacciones negativas.

Philpott recomienda dar a los niños diferentes tipos de comida con sabores menos pronunciados, como la pasta, guineos o queso tierno, para ver lo que pueden comer y lo que les puede gustar, y someterlos al entrenamiento olfativo para recuperar el olfato normal.

Esa práctica ya se aplica en el caso de los adultos que perdieron el olfato por la enfermedad o sufrieron distorsiones olfativas, y consiste en oler al menos cuatro fragancias diferentes (clavo de olor, rosas, limón y eucalipto) varias veces al día durante varios meses.

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