Sangermeño cambia uniforme militar por la sotana en Texas Aboga por más capellanes católicos en las fuerzas armadas

Por Agustin Muñoz/ Periodico El Sol PR

Para el Diácono Miguel R. Flores-Pérez su crianza como “mocoso del ejército” no
disminuyó su vocación religiosa, sino que provocó más su inclinación al servicio a los
demás a través de la Iglesia Católica. Va camino al sacerdocio en la Diócesis de
Austin, Texas, en donde como seminarista es copatrocinado para la Arquidiócesis de
los Servicios Militares en Estados Unidos. Su ordenación sacerdotal será en junio del
2020.
“Estoy en mi cuarto y último año de teología en el Seminario de Santa María (Houston,
Texas). Actualmente estoy asignado a la Iglesia Católica Rey de Francia de San Luis
en Austin como diácono de transición donde sirvo como diácono la mayoría de los fines
de semana. Mi parroquia es la Catedral de Santa María en el centro de Austin”, dijo
Flores Pérez, de 41 años, quien en estos días visita a sus familiares de San Germán,
Yauco y Mayaguez.
Aunque nació en el suroeste de Puerto Rico, su vida de joven se desarrolló en varios
estados y en el extranjero. Dijo que antes de integrarse a las fuerzas armadas estudió
teología durante tres años en el Christendom College en Front Royal, Virginia. En sus
ocho años y medio en la milicia estuvo activo en Irak y Afganistán. En 2010 se dio de
baja como militar y reanudó sus estudios de teología en la Universidad de St. Thomas
en Houston en donde se graduó en 2012 con una licenciatura en Teología. Fue en el
otoño de 2013 cuando ingresó en la formación sacerdotal para la Diócesis de Austin.
Sobre vocación comentó que “empecé a discernir el llamado al sacerdocio mientras
crecía en diferentes puestos del Ejército y ser testigo de capellanes que servían
desinteresadamente a los soldados y sus familias. Dejaron una impresión duradera en
mí”, explicó el joven religioso de hablar pausado.
Agregó que este llamamiento al servicio de Dios fue afirmado en la universidad, pero
como militar “no sólo sentí este llamamiento al sacerdocio, sino que también sentí un
llamamiento para discernir ‘una vocación dentro de una vocación’ con la Capellanía del
Ejército”.
Con el aval del Obispo de Austin, Monseñor Joe Vázquez, el joven diácono participa en
el Programa de Seminario de Copatrocinio para la Arquidiócesis para los Servicios

Militares con la intención de eventualmente regresar al servicio activo como capellán
del Ejército, dijo. Ahora es oficial comisionado del Ejército y un candidato a capellán en
la Reserva del Ejército.
Flores Pérez explicó que la Arquidiócesis para el Servicio Militar proporciona atención
espiritual y pastoral a los soldados católicos y no católicos y sus familias. Abarca todas
las ramas de las fuerzas armadas en todos los lugares donde haya presencia militar
estadounidense. Es por lo que la Arquidiócesis debe tener capellanes militares
católicos en todas, indicó.
Según datos ofrecidos por Flores Pérez, que al presente hay alrededor de 1.8 millones
de católicos que son atendidos por capellanes militares católicos en todo el mundo.
Reconoció que hay una escasez de sacerdotes en todas las ramas de las fuerzas
armadas que sigue empeorando cada año.
“Los capellanes católicos se retiran a un ritmo más rápido de lo que pueden ser
reemplazados. Esto significa que las necesidades espirituales y pastorales de los
católicos en uniforme y sus familias no están siendo satisfechas. Es aún peor para
aquellos que están desplegados donde puede haber sólo uno o dos capellanes
militares católicos en todo el país. Esto hace que sea muy difícil satisfacer las
necesidades sacramentales y pastorales de los católicos en uniforme”, lamentó el
candidato a clérigo.
Alegó que mientras estuvo en Irak y Afganistán, sólo vio a un capellán católico en una o
dos ocasiones. Eso respondía, dijo, a que sólo había un puñado de capellanes
católicos en Irak y Afganistán y “los comandantes no querían arriesgarse a perder a un
capellán en primera línea”.
“Tenía que esperar hasta que viajara a una de las grandes bases militares para ir a
misa o confesión. Esta experiencia tuvo un gran impacto en mi deseo de servir como
sacerdote en el Cuerpo de Capellán del Ejército”, sostuvo.
Basado en su experiencia, Flores Pérez animó a cualquier seminarista que discierna
una "vocación dentro de una vocación" a que comunique “este llamamiento especial” a
su director vocacional. “Es un privilegio poder servir a los uniformados que ponen sus
vidas en juego una y otra vez protegiendo las libertades que damos por sentadas”,
afirmó.

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