Reinaldo Millán Quiñones: ejemplo de verticalidad y compromiso ético

Reinaldo Millán

Periódico el Sol de Puerto Rico / Por Agustin Muñoz

1 de agosto de 2024 – Cuando se celebra en Puerto Rico la Semana de la Prensa, los periodistas del país tenemos una deuda de gratitud con uno de los nuestros que nos dejó el 8 de marzo del 2021. Durante sus más de 30 años en el ejercicio del periodismo fue portaestandarte de la ética periodística. El apego a esa conducta provocó el alejamiento de pocos.

Me refiero a mi amigo y compañero Reinaldo Millán Quiñones, nacido en Yauco, pero criado en el pueblo de Guayanilla. Sus cualidades, versatilidad y compromiso ético, como le describieron muchos compañeros, fue un gran defensor de su profesión. Se destacó también en el ámbito del deporte y la poesía. “Era un gran amante de la literatura, por eso no se escapaba de cualquier tipo de conversación, haya sido inmaterial o profunda. Poseía un gran sentido del humor”.

Millán Quiñones laboró en medios radiales como WPAB, WEUC, WPUC y WAPA. Fue corresponsal de la agencia Prensa Unida Internacional (UPI en inglés), Inter News Service (INS), INDICE, The Ponce Star (perteneciente a The San Juan Star), además de dirigir el Departamento de Comunicaciones de la Oficina de Control de Drogas bajo la dirección del licenciado Luis G. Zambrana.

Cinco años antes de su fallecimiento y en el Centro Cultural de Ponce, Millán Quiñones resaltó el impacto que ha tenido el periodismo ponceño en Puerto Rico. Fue, precisamente, el 31 de julio de 2016, con motivo del natalicio de César Andreu Iglesias y en conmemoración del Día Nacional del Periodista. Unos 21 días después de la observancia del aniversario del periodismo ponceño nacido en 1852. “Fueron tiempos muy interesantes, duros económicamente, muy duros políticamente. La censura, la explotación laboral, el autoritarismo, el colonialismo”, compartió entonces.

Relató que en 1900 se intentó publicar El Observador Ponceño, pero ante la censura de los españoles a El Imparcial, fundado en Mayagüez, se aplazó el proyecto.

“Fue en 1852 cuando se publicó El Ponceño, el primer periódico de Ponce. Lo que se publicaría como El Observador en 1948. Su dueño fue Felipe Conde y el redactor, Benito Vilardell. Trataba sobre asuntos municipales (ornato, caminos, puentes) e insulares. En 1855 surgió El Fénix, de las cenizas de El Ponceño. El Fénix, periódico ponceño instructivo y mercantil. Semanario de ocho páginas, dirigido por Benito Villardell. Se publicó hasta 1860”, recordó el querido periodista.

En aquella disertación, explicó que, en el marco de los acontecimientos del siglo 19 en todo el mundo, “se formó la idea de dotar a Ponce con un medio que informara de sus días, sus logros y sus aspiraciones”.

Citó al profesor Ángel Quintero Rivera, en su libro ‘Ponce: La Capital Alterna, Sociología de la sociedad civil y la cultura urbana en la historia de la relación entre clase, “raza” y nación en Puerto Rico’, quien escribió que “el desarrollo de la importancia económica de Ponce, junto a su vertiginoso crecimiento poblacional le fueron dando a Ponce un carácter especial”.

Expresó que Quintero Rivera en su libro relató que fue un inmigrante catalán, Felipe Conde, quién fundara el primer periódico de la ciudad de Ponce. “Y recalca; ‘Es significativo que el primer periódico publicado en Ponce, (1852), afirmara en su propio nombre su regionalismo: El Ponceño, habiéndose fundado por un catalán”.

“El Ponceño, fue el nombre seleccionado, duró dos años su tirada hasta que la censura alcanzó un poema ‘Canto a Agueybaná”, de Daniel Rivera, el 22 de julio de 1854”.

Aludió al “7 de julio de 1855 cuando surgió el semanario El Fénix, periódico local, instructivo, mercantil y de avisos. Se publicó por cinco años, por Benito Vilardell, Augusto Pasarell, Juan de Dios Conde, Ernesto Butten y Lázaro Martínez”.

“Muchas sospechas que se trató del renacer de El Ponceño, por llamarlo fénix, pero en vez de cultural se le llamó instructivo, por aquello de despistar un poco. Y es que la experiencia con el poema de Daniel Rivera, la cultura pagó cara su impacto en la sociedad ponceña de esa época”, opinó Millán Quiñones en su ponencia.

Agregó que “la publicación tuvo gran importancia en ventear temas que preocupaban a los ciudadanos, como el desarrollo del Banco de Crédito, la construcción de un asilo, la necesidad el ferrocarril de Arroyo a Ponce, la propuesta de un sistema de acueductos, y la posibilidad de desarrollar una vía desde el sur, pasando por el centro hasta llegar a San Juan. Fueron alrededor de 85 ejemplares que se publicaron de El Ponceño, y algún día habría que digitalizar los ejemplares para beneficio de los estudiosos del periodismo y la historia”, nos alentó.

Al actualizar los datos ofrecidos por el periodista, actualmente “la ciudad de Ponce cuenta con varios periódicos que se publican semanalmente y que en sus páginas se recogen las crónicas de la región sur, los reportajes de impacto regional y nacional, donde se narra la ciudad de una manera clara, precisa y contundente”.

A todos nos recordó que el “periodismo es un sacerdocio” cuando citó al prócer Eugenio María de Hostos en la Moral Social: “el periodismo es, entre todas las instituciones auxiliares del derecho, la que más le ha servido algunas veces y la que más continua y eficazmente podría servirle siempre”. Sin embargo, tomó prestado el concepto impuertorriqueño del escritor Eduardo Lalo, “para alertar sobre la posibilidad del nacimiento del imponceño, una criatura que desprecia a esta ciudad y sus instituciones, entre ellas la prensa, para destruir una historia, una hoja de ruta y una esperanza”.

“Si el impuertorriqueño es quien se desprecia a sí mismo, el imponceño es quien vive del suicidio colectivo”. Por eso, nos conminó a “tratar de imitar El Ponceño, lo valioso y no demos paso a El Imponceño”.

Los que laboramos en EL Sol de Puerto Rico, La Perla del Sur, EsNoticia, El Laurel del Sur, La Voz de la Playa y los medios digitales que informan sobre lo que ocurre en Ponce y la región sur, honramos póstumamente a Reinaldo Millán Quiñones en la Semana de la Prensa.

Gracias, amigo, por tus grandes lecciones de un buen periodismo en nuestro Puerto Rico.

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