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La Virgen del Pozo un remanso de fe y devoción

La Virgen del Pozo un remanso de fe y devoción

Por Yasinia Rodríguez / El Sol de PR

Sabana Grande, PR (8 de mayo de 2025) – En el corazón del suroeste de Puerto Rico, el municipio de Sabana Grande alberga un santuario que es testimonio de fe, esperanza y milagros: la Virgen del Pozo. Esta devoción mariana nació el 23 de abril de 1953, cuando tres niños del barrio Rincón – Juan Ángel Collado, Ramonita e Isidra Belén – afirmaron haber presenciado una aparición de la Virgen María cerca de un pozo en su comunidad.

Según los relatos, la Virgen se presentó suspendida en una nube blanca, vestida con túnica blanca, manto azul, un rosario y una corona de siete estrellas. Se identificó como la Virgen del Rosario y transmitió mensajes de paz, amor y conversión durante 33 días consecutivos. Aunque la Iglesia Católica nunca reconoció oficialmente estos eventos, el pueblo sabaneño adoptó con fervor la devoción, convirtiendo el sitio en un punto de peregrinación espiritual.

Hoy, el santuario cuenta con una capilla adornada con coloridas vidrieras, un pequeño museo que alberga testimonios de testigos y la antigua escuela a la que asistían los niños. Cada mayo, mes dedicado a la Virgen María, el santuario se llena de fieles que participan en rosarios, misas y procesiones.

Una de las tradiciones más destacadas es la carrera Virgen del Pozo 10K, la más antigua de Puerto Rico, que se celebra desde 1954. Este evento no solo promueve la salud y el deporte, sino que también fortalece la identidad y unidad de la comunidad sabaneña.

Más allá de la controversia religiosa, la Virgen del Pozo representa para muchos un símbolo de esperanza, consuelo y conexión espiritual. El santuario continúa siendo un refugio de devoción profunda, donde la fe se manifiesta con intensidad y humildad. La conocida Ciudad del Petate no solo resguarda una historia milagrosa, sino también un legado vivo de la religiosidad puertorriqueña.

Este lugar sagrado no se limita a los lugareños. A diario, personas de muchos pueblos de la isla visitan el santuario. No son raras las peregrinaciones de fieles que, como parte de promesas cumplidas o peticiones personales, caminan durante días hasta llegar al pozo. Muchos llegan descalzos o en silencio, como símbolo de sacrificio, transformando su trayecto en un acto de profunda devoción mariana. La Virgen del Pozo continúa así atrayendo a miles, ofreciendo un espacio donde la espiritualidad y el milagro siguen vivos en la experiencia colectiva del pueblo puertorriqueño.

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