La historia de “Monchín del Alma” ¿De Peñuelas o Guayanilla?
Por Redacción / Agustín Muñoz
Cuando hablamos de la historia del pueblo de Peñuelas hay que mencionar, como
obligación, a ciertas personalidades y personajes, que se dejaron sentir y se
convirtieron en símbolos de la cotidianidad del municipio de los flamboyanes. Son
muchos, pero de esos destacamos a Vicente García Pérez a quien se le conoció como
“Monchín del Alma”.
El alias “Monchín del Alma” surgió en 1918 cuando un barbero de Ponce le escribió una
canción a García Pérez con ese mote, según el historiador guayanillense Alexis
Morales Cales.
“No se trata de un ser mítico ni producto de la imaginación. Vicente García Pérez,
Monchín, existió”, señaló Morales Cales. Ilustró que el peñolano nació en 1898 en un
sector entre Guayanilla y Peñuelas. “En una entrevista que le hicieron a él en 1925
decía que era natural de un sector llamado ‘Camposanto’ y parece que se refiere a un
sector entre el barrio Santo Domingo de Peñuelas y el barrio Macaná de Guayanilla”,
dijo.
Sobre el lugar donde nació García Pérez, Morales Cales contó que unos parientes
suyos le dijeron que el área de “Camposanto” era una comunidad industrial, donde
operaba una mina de guano para exportación. Fue una comunidad cerrada entre
colinas que fue asolada por una epidemia de peste bubónica en 1912. Por el contagio,
murieron la mayor parte de los vecinos y obreros de la mina, cuyos cuerpos están
enterrados en tumbas colectivas entre dos pueblos. Afortunadamente, García Pérez fue
uno de los pocos sobrevivientes, pero perdió la parte frontal de su rostro,
convirtiéndose en una leyenda que ha pasado de generación en generación.
Debido a la deformación de su cara, García Pérez se cubría la misma con un velo. Por
eso en su vecindario de le conocía como El Tapao. “Había curiosos que le pedían que
se levantara el velo para ver si era cierto lo que se decía. A Vicente entonces se le
ocurrió cobrar por mostrar la parte frontal de la cabeza, que era una calavera. Al
principio cobraba 5 centavos por persona”, relató Morales Cales, autor del libro “LA
CASA DE LOS FANTASMAS”, en el que incluye información sobre “Monchín del Alma”.
Mencionó que una persona, que no identificó, se asoció con “Monchín” para viajar por
la isla en un caballo, y presentarse en pueblos y campos cobrando a las multitudes.
Ese socio y guía lo llevó por los 76 municipios que había entonces, recaudando una
fortuna.
Como parte de su espectáculo, narró el historiador, García Pérez cantaba la canción
“Monchín del Alma” acompañado de un tiple. Es con ese nombre que lo recuerda la
tradición.
“Muchos han pensado que se trata de un personaje literario, pues René Marqués lo
menciona en su libro ‘La Víspera del Hombre’. Pero la evidencia de su existencia queda
demostrada por cientos o miles de testigos oculares de toda la isla. Para que no quede
duda, el 18 de marzo de 1925, el periódico EL MUNDO presentó en primera plana la
noticia de su visita a Rio Piedras, donde se presentaba en la residencia de los
Antonsanti”, indicó Morales Cales sobre el reportaje periodístico.
Según información recopilada, Vicente García Pérez (Monchín) estuvo viajando por la
isla durante 40 años, cantando, tocando el tiple y mostrando su calavera con pelo largo.
El precio del espectáculo ya había subido a 25 centavos para 1945, cuando se
presentó por última vez, que se sepa, en el barrio Macaná de Guayanilla. “Monchin del
Alma” murió ese mismo año.
“Su entierro fue bien concurrido, según me contara Rodolfo Lespier, músico ponceño
que fue uno de los asistentes. La tumba del personaje de leyenda más famoso de la
isla está marcada con una cruz con el nombre ‘MONCHÍN’. Ubica al lado del
monumento de la Masacre de Ponce en el Cementerio Civil de la Perla del Sur
Existe lo que pudiera catalogarse como el retrato más auténtico de “Monchín del Alma”.
Una pintora que Morales Cales identifica como Maggy, o Magalys, hizo la pintura del
personaje peñolano levantándose el velo ante una muchacha que se desmaya. “Digo
que es el retrato más auténtico, porque no solamente muestra la apariencia física del
personaje, sino la reacción común entre sus espectadores, sobre todo entre las
mujeres. Supongo que la pintora escuchó relatos de testigos oculares de esas
presentaciones. Aclarado entonces, el cuadro de Maggy, o Magalys, no es nada
satánico ni morboso, sino la representación de un momento histórico”, argumentó el
historiador residente en Castañer.