Estados Unidos necesita para su eje militar-industrial enemigos geopolíticos constantes, ya sean reales o imaginarios
Inter News Service
San Juan, 6 de febrero de 2022 – El eje militar-industrial de Estados Unidos necesita que el país tenga siempre enemigos geopolíticos, ya sean reales o imaginarios.
En 2020, el gobierno del expresidente Donald Trump proyectó un gasto armamentista y militar federal estadounidense de aproximadamente 4.7 billones de dólares (trillions en cifras anglosajonas).
La propuesta de defensa nacional para el 2020 fue de aproximadamente 750 mil millones de dólares y de 726 mil millones en erogaciones programadas. Esto representa poco más del 15 por ciento del total del gasto público federal, es decir, el 10 por ciento de todos los tipos de gasto público combinados.
Este presupuesto nacional de defensa estadounidense no incluye la totalidad de las actividades importantes del gobierno que, en efecto, inciden en el ámbito de la seguridad del país. No incluye al Departamento de Asuntos de los Excombatientes, a la diplomacia, a la asistencia a otros países ni a las operaciones del Departamento de Seguridad Nacional.
No obstante, incluye al Departamento de Defensa, a la comunidad de inteligencia nacional y a las actividades del Departamento de Energía relacionadas con armas nucleares.
Las grandes dimensiones del presupuesto de defensa estriban en la capacidad proyectada de que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos tengan la capacidad de hacer muchas cosas al mismo tiempo.
La Estrategia Nacional de Defensa de 2018 vislumbraba la capacidad de llevar a cabo varias misiones en forma simultánea: mantener una fuerte disuasión nuclear, proteger a la nación de ataques misilísticos, aéreos, terroristas y de otros tipos, vencer a China y a Rusia en el combate convencional al tiempo que se disuade a Corea del Norte, y mantener el ímpetu de la “guerra contra el terrorismo”.
Este programa militar y bélico de Estados Unidos es mucho más ambicioso que el que tuvo el país durante la mayor parte de los 30 años transcurridos desde la caída del muro de Berlín, cuando sus principales prioridades estratégicas implicaban el alistamiento para una posible guerra de dos frentes contra países como Irak y Corea del Norte.
En cambio, los críticos del presupuesto del Pentágono suelen señalar que representa más de un tercio de la totalidad del gasto militar mundial y tres veces más que el de China.
Por otro lado, estos críticos del militarismo estadounidense indican que la estimación para 2020 del gasto discrecional en materia de seguridad nacional, de más de 700 mil millones de dólares, supera los 515 mil millones de dólares correspondientes al gasto promedio (ajustado por inflación) del periodo de la Guerra Fría, expresado en moneda de 2020.
Por otro lado, indican que palidece en comparación con el tamaño de las cuentas estadounidenses dedicadas a cuestiones diplomáticas y de ayuda a otros países, o a las relativas a seguridad nacional (cada una de ellas representa actualmente cerca de 50 mil millones de dólares por año).
Esta mentalidad armamentista y belicista de Estados Unidos como imperio hegemónico del mundo ha variado muy poco, quizás en cuestiones de estilo en su manejo, bajo la administración del presidente demócrata Joe Biden.
De ahí que pueda explicarse el conflicto con Rusia sobre Ucrania, las disputas diplomáticas y económicas con China y los intentos de mantener viva la OTAN, en el contexto de una reformulada Guerra Fría para la nueva realidad del presente.