El Tiempo Muerto: La incertidumbre de la transición gubernamental en Puerto Rico
Por Wilsy Ferrer / Periódico El Sol de Puerto Rico
Terminan las campañas políticas, el pueblo va a las urnas, se toma una decisión y se nombran nuevos mandatarios. Esto es la tradición cada cuatro años en Puerto Rico y en Estados Unidos. Pero, ¿qué pasa después?
Llega el tiempo muerto. He optado por llamarle así a ese periodo en el que comienzan los procesos de transición y los cambios de administración. Aún cuando revalidan administraciones anteriores, existen modificaciones que dejan al país en un limbo. En este 2025, nos ha tocado enfrentar dos transiciones importantes: el cambio de administración en el gobierno con la victoria de Jenniffer González y su nuevo mandato, así como la transición política en Estados Unidos. Pero el dilema sería muy complicado si tuviéramos que cruzar el charco, así que nos vamos a quedar aquí, en la isla.
En este tiempo de cambios, hemos visto nombramientos que han tomado por sorpresa al pueblo y la salida de figuras clave de la administración anterior, lo que ha generado gran incertidumbre. Desde las decisiones del nuevo director del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) hasta la destitución de figuras como el comisionado de la policía y el reconocido Nino Correa, excomisionado del Negociado para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres. Dos personas en quienes el pueblo confiaba y cuya labor era ampliamente reconocida.
Pero entendemos que de esto se trata la política, y más en una administración como la de Jenniffer González, quien desde el principio dejó claro que llegaba a “limpiar la casa” y que buscaría rodearse de personas de su confianza.
¿Y qué pasa en los municipios y distritos legislativos?
Más allá del gobierno central, los municipios y los distritos representativos y senatoriales también están en proceso de reubicación. Durante estas primeras semanas del cuatrienio, apenas se están organizando los nuevos representantes y senadores que entran por primera vez al cargo, lo que significa que todavía no hay oficinas locales funcionando plenamente y el acceso a los nuevos líderes es limitado.
El pueblo, que acudió a las urnas con la esperanza de soluciones, se encuentra en pausa. Mientras muchos ciudadanos buscan contactar a los nuevos legisladores para solicitar ayuda o expresar preocupaciones, la realidad es que aún no hay canales claros de comunicación porque todo está en proceso.
En las alcaldías ocurre lo mismo. Ya sea que haya un cambio de administración o que se mantenga la misma, los procesos burocráticos de nombramientos y transiciones generan una parálisis temporal. Se requiere tiempo para completar los trámites, revisar documentaciones y reestructurar equipos de trabajo, lo que deja a muchos empleados municipales en un limbo sobre su futuro laboral.
El caos y la incertidumbre en medio de nuevas decisiones
El pueblo anda en crisis. Las noticias cambian constantemente: una propuesta en la mañana puede ser modificada o retirada en la tarde, y esto solo añade a la sensación de inestabilidad.
Uno de los temas más controversiales de esta transición ha sido el Proyecto del Senado 0273 (PS0273), que busca transferir las funciones del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) al Departamento de Desarrollo Económico y Comercio (DDEC). Para muchos, esto representa un intento de desmantelar la política cultural del país y entregar la gestión del patrimonio a una entidad con una visión puramente económica. Esta decisión ha sido fuertemente criticada por el director del ICP y la comunidad artística, quienes temen que se pierda la esencia de la conservación cultural en favor de intereses económicos.
¿Quién evalúa la transición?
Usualmente, a los 15 días de las nuevas administraciones se hacen evaluaciones internas de cómo va el proceso. Pero, ¿y si dejáramos que esa evaluación la hiciera el pueblo?
Los ciudadanos son los que enfrentan en su día a día las consecuencias de estos cambios. Son quienes han visto cómo los servicios en las agencias tardan en restablecerse, cómo los trámites burocráticos se han complicado, cómo figuras confiables han sido removidas sin explicaciones claras, y cómo la incertidumbre reina en el ambiente.
El tiempo muerto es esa fase en la que el país parece estar en pausa, en la que las promesas de campaña aún no se materializan y las decisiones que se toman generan más dudas que respuestas. La verdadera evaluación de este gobierno, y de cualquier administración, no la hará un comité ni una comisión. La hará el pueblo, que es quien siente el impacto directo de cada decisión.
Por ahora, seguimos esperando que se enciendan los motores del nuevo gobierno y que, más allá de cambios administrativos, las soluciones comiencen a llegar a quienes más las necesitan.