El desgaste del cuidador del pacientes
El Sol de Puerto Rico
Por Dr. Jaime Galarza Sierra, D.Min.;Ph.D
La era posmoderna, el siglo XXI y las dinámicas de vida en el 2022, hacen que todo sea diferente. En Puerto Rico podemos ver los cambios sociales desde el 20 de septiembre de 2017, cuando pasó el huracán María. Ciertamente, hubo unas variaciones relevantes en la manera de vivir a partir de allí. Sumémosle el impacto de los terremotos desde el 28 de diciembre de 2019 y enero 2020, más el efecto de la pandemia que comenzó en marzo de 2020. Hemos enfrentamos momentos significativos en cuanto a la salud, bienestar integral y calidad de vida. La salud holística, que se compone del plano mental, emocional, espiritual y físico, enfrenta grandes retos.
Cada vez se hace más complejo mantenerse saludable. Esto es un gran reto debido a las diferentes cosas que tenemos que vivir a diario. No obstante, es un asunto personal que cada ser humano debe procurar conservar cueste lo que cueste. El manejo adecuado de las emociones y sentimientos ocupa una prioridad en nuestras vidas para que ese equilibrio se mantenga. El estrés que produce el hecho de tener que afrontar nuevos desafíos hace necesario que podamos preservar una respuesta adecuada a las demandas emocionales que cada situación nos pone de frente.
Para las personas que se encargan del cuidado integral de un paciente que enfrenta algún tipo de diagnóstico de enfermedad terminal y/o degenerativa resulta todavía aún más complicado. La demencia senil, el azheimer, el parkinson, Guillen Barret, distrofia muscular, hiperlexia cerebral, síndrome down, encamados por algún accidente, entre otras que pudiéramos añadir, son la orden del día. Si a esto se le suma el miedo y la desesperación junto con la ansiedad y los ataques de pánico con los que algunos miembros de la familia batallan a diario, coincidirá conmigo en que se requieren herramientas, destrezas, habilidades y capacidades particulares. Solamente de esta manera podrá cumplir a diario como cuidador de un paciente con necesidades especiales.
Por eso te invito a que crees conciencia de la importancia de cuidarte primero para que luego puedas hacerlo con los demás. No es egoísmo establecer este orden para entonces atender a otros. Cuando viajamos en avión entre las instrucciones que los asistentes de vuelo nos dicen siempre es que en ese vuelo pueden ocurrir diferentes cosas. Una de ellas es que de suceder algo que amerite se activen las máscaras de oxígeno (que salgan de sus compartimientos) lo primero que todos tenemos que hacer es colocarnos la asignada adecuadamente. Luego de habernos acomodado la que nos corresponde, entonces podemos ayudar a los niños y adultos mayores a ponerse las de ellos. Este es un gran ejemplo de que el principio de sobrevivencia comienza con uno mismo para luego poder ayudar a las demás personas en necesidad.
Si como cuidador de otros pacientes no se ocupa de mantener sus cuatro estadios de la salud integral en óptimas condiciones (físico, mental, emocional y espiritual) definitivamente se le dificultará en sobremanera cuidar de otras personas. Para eso le sugiero que tenga muy presente que el amor propio será su herramienta más poderosa para poder amar al próximo que esté cerca. Procure alimentarse adecuadamente, hacer ejercicios diariamente, tomar sol, hidratarse, recrearse, escuchar la música medicina que alimente su alma y corazón, caminar con los pies descalzos sobre la arena y/o tierra para que sus emociones fuertes sean canalizadas, descansar, dormir ocho horas y buscar ayuda si es meritorio. Practique siempre el agradecimiento, evite las quejas, lamentos, excusas y pretextos. Siguiendo estas recomendaciones podrá enfrentar los retos y desafíos de ser un cuidador saludable integralmente y disfrutar salud, bienestar integral y calidad de vida.