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El cuidado de nuestros mayores, una responsabilidad compartida

El cuidado de nuestros mayores,  una responsabilidad compartida

Por Wilsy Ferrer / Periódico El Sol de PR

Ponce, PR (16 de enero de 2025) – En Puerto Rico, miles de historias como la de don Irving Fraticelli Santiago permanecen en el anonimato, ocultas tras paredes que, desde el exterior, no revelan el abandono, la tristeza y la necesidad que enfrentan muchos de nuestros adultos mayores.

El caso de don Irving, un envejeciente de Ponce encontrado viviendo en condiciones deplorables, nos recuerda la urgencia de visibilizar y atender la realidad que viven tantos en nuestra sociedad. En una residencia cuya fachada externa podría dar la impresión de que allí no vivía nadie, fue donde encontramos a don Irving.

Tal vez, por no mirar un poco más allá de las apariencias, no logramos identificar cuántas personas pueden estar enfrentando este tipo de necesidades en silencio. Don Irving no tenía acceso a servicios básicos como agua potable, energía eléctrica ni atención médica desde hace más de 10 años. Esto, a su vez, le impedía mantener una buena higiene personal y cuidar de su salud.

Según nuestras investigaciones, la residencia en la que vive sí pertenece a su familia, pero ni siquiera el municipio tenía conocimiento de que aún habitaba allí.

Gracias a la Periódico El Sol de Puerto Rico 16 al 29 de enero de 2025 7 tuvimos la oportunidad de atender el caso del señor Fernando Ramos, un envejeciente de Yauco que diariamente se desplazaba en un sillón de ruedas, impulsado solo por él mismo, para realizar sus diligencias. A este señor, quien además carece de una pierna, las limitaciones le dificultaban movilizarse preocupación de una ciudadana que lo encontró descansando en una ponera y decidió ayudarlo, y al esfuerzo de nuestro equipo en El Sol de Puerto Rico, su caso llegó a las manos del municipio de Ponce.

En respuesta, la Oficina de Servicios al Ciudadano y la Oficina de Asuntos de la Vejez comenzaron a tomar acción para mejorar su calidad de vida. Sin embargo, este caso es solo uno de muchos. Recientemente también para sus citas médicas y compras básicas.

Tras dar a conocer su caso, el municipio de Yauco le otorgó una silla de ruedas motorizada que ahora le facilita enormemente su movilidad.

Estos dos casos son ejemplos claros de que, si miramos un poco más allá y asumimos nuestro compromiso ciudadano, podemos marcar la diferencia en la vida de nuestros envejecientes. Si reforzamos nuestra empatía y valores, y promovemos un espíritu de colaboración, podríamos transformar la calidad de vida de nuestros viejos, sin importar si son o no de nuestra familia o si los conocemos personalmente.

Cuidar de nuestros viejos es una responsabilidad compartida. Nos toca a todos —familia, vecinos, comunidad y gobierno— estar atentos a las señales, extender una mano amiga y exigir que se fortalezcan los sistemas de ayuda para garantizarles una vida digna.

Don Irving y don Fernando nos permitieron conocer sus historias, pero sus casos nos plantean una pregunta que no podemos ignorar: ¿Cuántos más necesitan nuestra atención? La vejez es una etapa que todos, con suerte, alcanzaremos, y cómo tratemos a nuestros envejecientes habla del valor que le damos a nuestra humanidad. ¿Qué estás haciendo por nuestros viejos?

En el Periódico El Sol estamos a la mayor disposición de la ciudadanía para dar la mano y alzar la voz por quienes más lo necesitan.

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