Javier Medina orgulloso de sus raíces

Capitán Javier Medina

Guayanillense Y Capitán De La Armada De Los E.E.U.U.

Periódico El Sol de Puerto Rico / Por Paul Newell y Krysta Hawk

Si le preguntas a Javier Medina-Montalvo cuál es la raíz de sus logros durante una carrera de 35 años en la Marina de los Estados Unidos, sin duda lo atribuirá al lugar donde se crió. Especialmente, a la gente de Guayanilla quienes lo vieron crecer.

“Tengo los mejores recuerdos de mi juventud en Guayanilla durante la década de los ‘80”; dice orgullosamente Medina-Montalvo. Recordando con cariño el entorno significativo y fomentado por sus padres, amigos, familiares y maestros.

 Capitán Javier Medina y su padre

“La gran mayoría de mis compañeros de la clase graduada, “Pioneros ’88” de la escuela superior Francisco Rodríguez López, en Guayanilla, PR, eran estudiantes competitivos. Siempre he tenido esa presión de alcanzar éxito en toda meta que me proponga”. “Sentí que estaba lo suficientemente preparado tanto por la gente de mi pueblo, las expectativas de mis amigos y aquellos que sabían que ingresaría a la Armada. Por tanto, esto estuvo en mi mente para alcanzar mis metas y que mis padres y mis compueblanos se sintieran orgullosos de mis logros.”

“Dicen que se necesita un pueblo para criar a un niño”, “eso es muy cierto”; dijo Medina-Montalvo. “Si estuviera en un pueblo lejano o en otro país e hiciera algo cuestionable, al igual que si hiciera algo encomiable, mis padres lo sabrían de inmediato. Eso es algo que aprecio de mi cultura puertorriqueña por lo cual estoy sumamente orgulloso de ser Guayanillense”.

Hoy en día, Medina-Montalvo es Capitán (O-6) de la Marina de los Estados Unidos, Oficial de Mando de la Unidad 4 de embarcaciones de asalto (Assault Craft Unit FOUR), a cargo de 626 marineros estacionados en la Base Conjunta Little Creek-Fort Story en Virginia Beach, Virginia. Ahora a la edad de 53 años, recuerda qué lo atrajo hacia una carrera a bordo de barcos militares.

Cuenta que cuando tenía 7 años, su familia visitó la bahía de Ponce, allí de pie junto a su padre quedo hipnotizado mientras el buque de transporte anfibio, el USS Ponce (LPD 15) atracó en el muelle. “Esta imagen causó tal impresión, que todavía queda viva en mi memoria”; dijo.

Al principio de los años 80, su hermano, Gregory, estando enlistado en la Marina, frecuentemente le enviaba correspondencia a la familia que no solo hablaban de la fascinante cultura de la Marina, sino también de la experiencia de las memorias vividas. Por ejemplo, la ceremonia de cruzar la línea del ecuador, un rito de 24 horas en el que todo el trabajo se detiene y los marineros se disfrazan de piratas, llamados “shellbacks” y los menos afortunados “pollywogs” o renacuajos, a quienes los shellbacks forzaban a realizar un sin número de tareas peyorativas.

Esta ceremonia se realiza en nombre del legado naval y la buena diversión. Incluido en esas cartas había fotos de lugares exóticos y culturas distintas a la suya, los cuáles su hermano había visitado durante los viajes en ultramar. La motivación de dejar a Puerto Rico e ingresar a esta nueva y emocionante vida era cada día más fuerte y tan pronto como pudo, Medina-Montalvo estaba hablando con Ángel Bellido, su reclutador.

El y Bellido han cultivado una relación que se ha fortalecido aún más a través de los años. Además de ser reclutador, Bellido también sirvió como mentor y le orientó correctamente para facilitar el proceso de ingreso. Javier cumplió fácilmente con los requisitos y con el apoyo de sus padres adquirió la fluidez en el idioma inglés.

“Para lo que considero que no estuve preparado fue la transición entre la vida civil y el entrenamiento militar donde fui adoctrinado para convertirte en Marinero”; dijo Medina-Montalvo. “Ese fue un rudo despertar. Y luego el choque cultural, con el que realmente luché”; dijo.

“Cuando era más joven y mis subordinados y/o mis compañeros no cumplían con las expectativas laborables, justificaba mi frustración y enojo hacia ellos como la respuesta natural de un buen oficial que se preocupa y hace que su gente rinda cuentas”; dijo Medina-Montalvo introspectivamente. Haciendo pausas ocasionales, con melancolía, reconoce al reverenciar la riqueza de la sabiduría que Dios le ha impartido y entendiendo que su enfoque y estilo de liderazgo tenían una que otras disparidades.

Ahora entiende que un buen líder es aquel que inspira, motiva, apoya a otros a que se autoanalicen y los ayuda a alcanzar sus metas. Admitir sus desafíos, enfrentarse a un sin número de obstáculos; demuestra lo mucho que ha madurado en su carrera. Lo orgulloso que se siente del servicio logrado desde que se alistó en la Armada a la edad de 17 años. Tuvo el respaldo de sus padres cuando estos firmaron la autorización para ingresar a la Armada.

A cambio de esta autorización, Javier le prometió que alcanzaría un grado universitario. Hoy en día, gracias a las fuerzas armadas, pudo obtener la Licenciatura en Ciencias de la Computación, Maestría en Administración Pública con énfasis en Sistemas de Información y un Doctorado en Tecnología Empresarial con énfasis en Ciencias de la Computación.

Son muchos los logros alcanzados y aún continúa adquiriendo experiencia y destrezas gracias a Dios. Dijo que siempre estará agradecido a Dios, a los oficiales, jefes, compañeros de barco, quienes lo motivaron cuando más lo necesitaba y los amigos que lo desafiaron cuando necesitaba ser desafiado. Por supuesto, siempre estará agradecido con la gente de su pueblo natal, Guayanilla, Los Guayacanes, quienes le desearon el mayor de los éxitos desde el comienzo de su viaje en la Marina hasta el día de hoy.

Tres décadas y media después, Medina-Montalvo es un vivo testimonio de cómo cualquier persona que esté dispuesta a trabajar duro y superar cualquier obstáculo que se le presenten, puede ascender desde el rango raso hasta obtener su comisión, alcanzar el rango de Capitán de la Armada y Oficial de Mando.

“Algunas personas pueden pensar, ‘Oh, Guayanilla es solo otro municipio’, pero para mí es mucho más que eso”; dice Medina-Montalvo.

“Siento el peso de quienes ayudaron a formarme, no solo representando a la isla, pero especialmente a mi Guayanilla querida. No importa el lugar donde me encuentre, sea dando una conferencia profesional en E.E.U.U. o fuera, me siento orgulloso de ser puertorriqueño. Me siento satisfecho sabiendo que reflejo los valores que aprendí de mi pueblo, al igual que los valores que me inculcaron en la Marina de los Estados Unidos”; concluyó Medina-Montalvo.

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