Cuidar de nuestros viejos: Nos toca a todos
Por: Wilsy Ferrer/ El Sol de Puerto Rico
Ponce, Puerto Rico/ 14 de enero de 2025– En Puerto Rico, miles de historias como la de don Irving Fraticelli Santiago permanecen en el anonimato, ocultas tras paredes que, desde el exterior, no revelan el abandono, la tristeza y la necesidad que enfrentan muchos de nuestros adultos mayores.
El caso de don Irving, un envejeciente de Ponce encontrado viviendo en condiciones deplorables, nos recuerda la urgencia de visibilizar y atender la realidad que viven tantos en nuestra sociedad. Sin acceso a servicios básicos como agua potable, energía eléctrica y atención médica, don Irving sobrevivía en una residencia llena de basura, enfrentando en soledad las limitaciones de su salud y, posiblemente, el peso de la depresión.
Gracias a la preocupación de una ciudadana que lo encontró descansando en una ponera y decidió ayudarlo, y al esfuerzo de nuestro equipo en El Sol de Puerto Rico, su caso llegó a las manos del Municipio de Ponce. En respuesta, la Oficina de Servicios al Ciudadano y la Oficina de Asuntos de la Vejez comenzaron a tomar acción para mejorar la calidad de vida de don Irving.
Sin embargo, este caso es apenas una pequeña muestra de un problema mayor. ¿Cuántos otros envejecientes están enfrentando las mismas dificultades en silencio? La falta de redes de apoyo, la invisibilidad ante el sistema y el abandono social son realidades que golpean a muchos de nuestros mayores.
Cuidar de nuestros viejos es una responsabilidad compartida. Nos toca a todos —familia, vecinos, comunidad y gobierno— estar atentos a las señales, extender una mano amiga y exigir que se fortalezcan los sistemas de ayuda para garantizarles una vida digna.
Don Irving nos permitió conocer su historia, pero su caso plantea una pregunta que no podemos ignorar: ¿Cuántos más necesitan nuestra atención? La vejez es una etapa que todos, con suerte, alcanzaremos, y cómo tratemos a nuestros envejecientes habla del valor que le damos a nuestra humanidad.
Cuidar de nuestros viejos no es solo una obligación; es un acto de amor, justicia y respeto hacia quienes construyeron el camino que hoy recorremos.
Si conoces a alguien que necesite ayuda, no dudes en alzar la voz. Nos toca a todos.